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una gallina quiere volar

Malas jugadas

Malas jugadas Creo que cuando estaba despistada esta mañana alguien ha aprovechado para introducirme el extremo de una mancha por la oreja. Ha ido metiendo aire y, por la presión, todas las ideas han ido saliendo por el otro pabellón auditivo. Me he dado cuenta cuando ya no quedaba casi nada, pero he taponado el agujero con mi dedo índice para evitar más derramamiento de inteligencia. Este acto ha sido completamente inútil dado su objetivo, pero en cambio ha resultado el causante de que se me fuera hinchando el cráneo; cada vez más lleno de viento. Del doble ha aumentado al triple de su tamaño normal, y después todavía un poco más. He notado como empezaba a elevarme poco a poco, pero más deprisa a medida que se engrandaba mi cabeza.

 

Que suerte la mía, he podido coger el abrigo antes de salir despedida por la ventana, por lo menos no me constiparé. He subido como un globo soltado por un niño a lo alto del patio de luces del edificio, y he seguido elevándome por encima de los tejados de la ciudad. Las corrientes de aire me han trasladado de un lado a otro. Delante de mí el mar, detrás la montaña. Y yo meciéndome y dejándome llevar.

 

De repente ¡au! He notado un pinchazo en el culo. Desde entonces estoy colgada en lo alto de la Torre de Collserola, enganchada por una presilla del pantalón, con mi cabeza cinco veces más grande y el dedo aún metido en la oreja. Quizás por eso crean que soy un muñeco y no han venido a rescatarme... ¡Socorro!

2 comentarios

noemi -

jejeje, no había visto este post, no cabe duda que eres una simpática.

Colibrí Lillith -

Qué curioso, a mí me sucede lo contrario: cuántas más ideas entran y caben en mi cabeza, más poderosa me siento para volar, pero volar dirigiéndome eh, no vagando sin rumbo cómo te ha sucedido a ti, pobreta :(