Vencer la tentación

Lo malo es que ese gusanillo de la emoción puede resultar adictivo, y más cuando tu vida no tiene emoción por si sola. Como más frecuente es la maldad, más pequeño se vuelve el gusanillo y más grande la culpabilidad. Cada vez más.
Pero a pesar de que lo sabes te engañas. Después de toda la semana trabajando, sin compensaciones de ningún tipo, piensas que buscando al gusanillo el fin de semana mejorarás algo. Y lo que consigues es pensar domingo por la noche: vaya mierda de fin de semana perdido.
Somos idiotas. El rey mató a la gallina de los huevos de oro por qué quería más, y se quedó sin huevos.
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