En el andén

Y de repente las veo allí. Tranquilas, tan fescas, impecablemente maquilladas y con toda la pedrería encima. Dos abuelísimas charlando sentaditas en el banco del andén de la estación de fontana, que dios sabe que es la más profunda y la que más temperatura y dióxido de carbono acumula. Y ellas ahí, dejando pasar un metro tras otro, tan ricamente. ¡A las 8 de la mañana!
Me hubiese gustado tener 5 minutos para pregunarles qué hacen dos respetables damas jubiladas a las 8, duchadas y repeinadas, pasando el rato en el andén del metro en vez de quedar a las 10 para desayunar en la cafetería. ¿Qué me hubiesen contestado?
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