Desatascando orificios

Llegados a tal punto, uso productos químicos desengrasantes y uno de esos desatascadores tan divertidos que son un palo con una especie de muelle de goma para hacer ventosa. Y todo vuelve a fluir.
El alma produce también pequeñas caquitas y pedacitos podridos que expulsamos cuando tenemos los agujeros limpios. Al pasar tiempo, los orificios del cuerpo van llenándose de los desperdicios del sentimiento, los pelos muertos del sufrimiento. Se taponan y empezamos a tener la sensación de que se nos revienta la bilis y el veneno se expande. Es cuando necesitamos un buen desatascador, que ensanche y limpie los agujeros, los lubrique y los suavice, dándoles inmenso placer. A medida que se intensifica la danza primitiva del orificio y el desatascador van desprendiéndose las costras, las pieles muertas, y en cada pérdida, un gemido. Se limpian los ojos con las lágrimas de felicidad, la nariz con el oxígeno que pugna por pasar, las orejas por qué quieren oír el más leve latido, la boca que expele y succiona, la vagina que se expande dando y recibiendo, el ano que la sigue, los poros de toda la piel que sudan hormonas. ¡Límpiate de suciedad!
13 comentarios
oktomanota -
saludos
canserra -
h -
biz
gus-ana -
gus-ano -
déjalo ya, que te vas a pillar los dedos, nena.
Punisher -
Ana -
Theo -
Armando -
En cuanto al post, me gusta mucho tu particular sensibilidad, más teniendo en cuenta que apenas si salgo de círculos político-informativos.
Aire fresco para mi oxidado cerebro sensorial -si esto tiene sentido-, que intentaré aplicarme, porque, sí, la mierda empieza a atascar demasiadas cosas...
la gallina -
Li -
heura -
un beso mi niña
noemi -