Cocaína

En diversos bares se hace posible y natural el esnifar tranquilamente encima de la mesa mientras tomas un sorbo de combinado. Los demás clientes se acercan con naturalidad y te piden un cigarrito mientras tú te mueves entre papelas, tarjetas, rulos y rayas.
La compra-venta puede realizarse mediante pequeños camellos que trapichean un poco y que, a modo de “tele-fato”, te traen el pedido a casa en menos de media hora. Otro modo, y quizá el más habitual, es moverse por la archiconocida Zona Franca dónde la mayoría de portales están permanente abiertos y casi todas las puertas de los pisos llevan ventanilla incorporada. Parece una gasolinera. Paras el coche, cinco minutos, y una vez has repostado se para el siguiente. Casi es un Mac-Auto de la perdición. Y muchos otros se han apuntado al filón de una droga cuyo consumo sube como la espuma y que, además, resulta una de las más lucrativas.
¿Rememoraremos la caída, las muertes, la indigencia y enfermedad de toda una generación golpeada por la heroína? ¿Seremos nosotros los futuros yonkis? ¿Hace falta la equivocación de muchos para la posterior salvación de todos?
4 comentarios
noemi -
Besitos.
la gallina -
Mefistofeles -
La verdad, me ha alegrado leer tu texto, ya que últimamente parece que es una norma el drogarse cada fin de semana para pasárselo bien, alienándose artificial y temporalmente para tratar de superar la insatisfacción de problemas que no se arreglarán así, o simplemente porque piensas que así te divertiras más, y si no eres un aburrido o un moralista.
Saludos.
noemi -