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una gallina quiere volar

lunes por la mañana

lunes por la mañana Finales de mayo, y una luz esforzada consigue traspasar ténuemente los cristales que me separan de la calle. No veo el cielo desde aquí, pero me imagino que estará del color de mi ánimo. Es lunes, sí, lunes por la mañana, y me he despertado del fin de semana con un sabor amargo entre los dientes, como si se me hubiera terminado el dentífrico. Es la sensación que te dejan las palabras mal digeridas, o las que no has escupido a tiempo. ¿Pero qué palabras? Seguro que existen las exactas, pero yo no las encuentro.
Junto mis párpados y solo veo miradas. Miradas que interrogan con tristeza, ojos que gritan y bocas que lloran.

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